Lunes, 17 de septiembre... casi 21. No se me ocurre nada que escribir, sólo pienso en las cosas que debería hacer estos días.
Lo típico: Hacer las maletas y Despedirme de mi gente
Tengo un pequeño problema: no sé cómo hacerlo.
Ayer pasé un pequeño rato con mis mejores amigos, y ya parecía una despedida. Porque no llega el momento de irme y porque me siento ya ido. Cogí la maleta de debajo de mi cama y la llené con toda la ropa de invierno de mi armario. Sin embargo, le faltaba algo.
Es un tiempo significativo para este blog, ya que hasta mayo de 2008 preveo estar más ocupado y ocuparme más de mi alter ego Auxiliar en Compiègne, sin dejar de lado a mis sentimientos, que volverán siempre que lo necesiten.
a unos miles de metros, cuando otra vez fuiste dando un paseo, te das cuenta de que algunas cosas nunca murieron, y no quieres que mueran que la gente no cambia, y no quieres que cambie que te sientes igual y no quieres que sea de otra manera que siempre has ido buscando la felicidad sin conformarte y esta es, sin conformismos
Presentación mundial: esta es mi nueva amiga sajeña, bautizada en primer momento como "Tinta". Otros la llaman Luna, otros Niebla. Si algún día consigue identificar uno de estos nombres, esa será su identidad. De momento personalidad mucha: maúlla, maúlla, se mea, come, maúlla, juega, juega, maúlla, come, se vuelve a mear y maúlla. Todo eso antes de dormirse!
... Impar (que así la llamaban) creció entre una multitud de tortugas milenarias quienes la querían y hacían todo lo posible por hacerla feliz. Sus padres estaban muy contentos por ver lo pronto que se había amoldado a esas tierras y la buena acogida que había tenido, pero lo que no sabían es que en realidad, Impar se sentía muy sola, pues no tenia con quien jugar, ni a quien enseñar sus escondijos. Un buen día, de camino al río, Impar se encontró un huevo abandonado, lo cogió y se lo llevó a su escondite secreto. Le organizó una pequeña habitación y, con un poco de resina, le pinto ojos y boca. Todos los días lo visitaba y hablaba con el, le contaba todo lo que le preocupaba o lo que le hacia feliz, lo compartía todo con su nuevo amigo el huevo. Pero un día, al volver a su escondite…
¡Su querido amigo el huevo había hecho una travesura! Toda la pintura de su "cara" se había corroído y estaba todo resquebrejado. Impar, ante tal sorpresa inesperada, entre llantos empezó a sermonear al huevo, porque le había quitado la ilusión. Mas el huevo, como siempre, no dijo nada, pero sí comenzó a moverse y a hacer movimientos extraños... Se rompía por momentos e Impar ya no sabía qué hacer, si llamar a algún mayor para que la ayudara o ella misma protegerlo. Se puso encima sin aplastarlo, con los ojos cerrados fuertemente mientras deseaba que se pusiera bien el huevecito. Dejó de escucharse ruido de desgarro. Al momento, un animalito pequeño salío de debajo de Impar y se le plantó delante.
Se escuchó: ¿mamá?
Impar se quedó impresionada. Tenía frente a ella a una tortuguita recién nacida que ya prácticamente alcanzaba su tamaño.