jueves, 26 de abril de 2007

aux numéros 26 et 27 de l'Hôtel du Pigeon

Mientras que yo meditaba,
con los codos sobre mis libros,
A cada momento, el Tiempo,
ese negro transeúnte alado,
sordo estruendo de rumores
confundido con los nuestros,
De donde las horas se van
en mortecinas centellas,
Ajaba frente a mi rostro
la atalaya de Bruselas.