Mientras que yo meditaba,
con los codos sobre mis libros,
A cada momento, el Tiempo,
ese negro transeúnte alado,
sordo estruendo de rumores
confundido con los nuestros,
De donde las horas se van
en mortecinas centellas,
Ajaba frente a mi rostro
la atalaya de Bruselas.
le exacta,
Hace 12 años
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