domingo, 31 de mayo de 2009

El día del 3



Hay personas que conciben la vida cotidiana como una múltiple actividad, que por ejemplo, para escribir este texto tienen a un lado un plato de espaguetis, al otro un libro y no muy lejos, unos apuntes de derecho. Gente que necesita hacer varias cosas a la vez, como comer, o leer delante de la tele, que quieren tener las antenas activadas para no perder ningún detalle del día. Igual que la lectura, por ejemplo, una vez inmersos en una historia, necesitan tener otra en mano para combinar el tiempo y las emociones. No bastando con dos, emprenden una tercera aventura. El número 3, la combinación perfecta, a la tercera va la vencida, la pareja perfecta. Treinta y tres, la pronunciación correcta.

No satisfacerse con una sola actividad refleja la conciencia humana de que somos mortales, que el tiempo no es estático y los días no pasan en balde. Se le puede llamar de muchas maneras, yo lo nombro “continua búsqueda personal”, que gracias a la era de la comunicación en la que vivimos, lo tenemos todo al alcance de la mano. Cierto es que escribir esto, responder una llamada, enviar un mensaje y comer helado a la vez, no me ayuda mucho a concentrarme en lo que estoy haciendo y ser veloz. Tengo la sensación de que terminará el día y no habré podido terminar de escribir lo que quería.

Lo que aquí se muestra es claro, limpio y ha sido rápido, como la pasta. Nunca se parecerá a los garabatos escritos en puño y letra, que cazan la instantaneidad y la originalidad del momento. Por querer ser más rápido, me siento lento de razonamiento y pobre de sentimiento. Me siento frente al ordenador, lo enciendo, abro una página de escritura y me pongo a escribir pensando en esos instantes de lucidez que me quería contar. Más bien parece un ritual, algo establecido y premeditado, cuya labor es producir, o más bien vomitar sustancias mal almacenadas, mezcladas con otras y resultantes de mala apariencia. Terminado el texto, me queda el sabor ácido y amargo de la bilis que hizo falta para algo que hubiera podido saber a rosas, o no, pero no a desagradables borbotones.

Como quien tiene un sueño digno de contar y espera demasiado para poder recordarlo. Cada mañana que hago trasbordo de metro

¿Ves? Sabía que hoy no terminaría de escribir.


F.U.C.K. me

jueves, 21 de mayo de 2009

aléjate lejano alejado!


Hay días que pasan sin que pase nada,
sin ver pasar la luz del sol
paseando en mi mente sin dar un paso,
ni una sola luz que me enseñe por dónde sigue el camino.

Un motivo, una motivación, una ilusión.

Se olvidan con todo lo demás
Dicen que lo guardamos todo en un mechinal de a bordo
pero la mente, nuestro cuerpo es pícaro,
lo coloca al fondo...

y de improvisto resurge con ímpetu para poder salir

Y no hace daño, o sí
de momento se prepara para la inmersión submarina
a 50 metros sumergidos en el fondo